En el marco del Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, celebrado el 2 de abril, la doctora Irene Heredia Barragán, neuróloga pediatra adscrita al Hospital General Regional con Medicina Familiar (HGR/MF) No. 1 del IMSS en Cuernavaca, destacó la importancia de la detección temprana del Trastorno del Espectro Autista (TEA) para lograr una intervención adecuada que mejore la calidad de vida de los menores afectados.
En entrevista para Diario de Morelos, la especialista explicó que el autismo es una condición psicosocial que se manifiesta principalmente en dificultades para la comunicación, la interacción social y la interpretación del entorno. “El autismo es una capacidad diferente, psicosocial, que implica una forma distinta de entender el lenguaje y la interacción social en los niños que lo padecen”, señaló.
Comentó que en los últimos años se ha registrado un aumento en los casos diagnosticados, lo cual, en gran medida, se debe a la creciente disponibilidad de información sobre el TEA y sus distintas manifestaciones. “Antes se desconocían muchos síntomas que ahora identificamos como parte del espectro autista. Esto ha permitido un diagnóstico más preciso y temprano”, afirmó.
El TEA comprende varios niveles de afectación clasificados en leve, moderado y severo (niveles uno, dos y tres, respectivamente), lo que contribuye a su complejidad diagnóstica. Las causas del autismo, detalló la doctora, son multifactoriales, con una fuerte correlación genética y factores de riesgo asociados al embarazo, el nacimiento o el desarrollo temprano.
Entre los signos tempranos que pueden indicar la presencia de autismo en un menor se encuentran la ausencia de sonrisas o expresiones placenteras hacia los seis meses, la falta de respuesta al nombre o a sonidos familiares a los nueve meses y la ausencia de contacto visual constante a los 12 meses.
Otras señales relevantes incluyen la repetición de palabras o frases (ecolalia), la presencia de movimientos repetitivos (como aleteo o giros en círculos) y la hipersensibilidad a estímulos auditivos, visuales o táctiles. Además, muchos niños con TEA presentan problemas para señalar objetos o expresar necesidades.
La especialista enfatizó la necesidad de realizar una valoración clínica exhaustiva ante la sospecha de autismo, con el fin de identificar posibles factores de riesgo, como daños estructurales en el sistema nervioso central.
Finalmente, la doctora destacó que “los primeros tres años de vida son fundamentales para detectar cualquier signo de alarma. Si se identifican estos indicadores, lo mejor es acudir al pediatra para una evaluación oportuna”, recomendó.