En el lado norte del Jardín Juárez, se encontraba la casa de la familia de Don Ángel Pérez Palacios, dueños de la hacienda de Miacatlán. La casona tenía un portal con 5 arcos coloniales, que sirvió por algún tiempo como terminal de la diligencia que venía de la Ciudad de México.

En esta residencia, al triunfo de la Revolución de Ayutla, el general Juan Álvarez se hospedó del 3 de octubre al 12 de diciembre de 1855. Durante la estancia de Álvarez en Cuernavaca la Junta de Representantes de todos los estados lo eligieron presidente Interino de la República, por lo que en esa casona recibió las felicitaciones de autoridades civiles, eclesiásticos, de comisiones de pueblos, mandos militares y del cuerpo diplomático. Esta casa sirvió como Palacio Nacional durante ese periodo, pues desde allí se dictaron medidas de orden público para toda la nación, se revocaron leyes creadas durante la presidencia de Antonio López de Santa Anna y se preparó el proceso para establecer el Congreso Constituyente que creó la Constitución de 1857. También en esta casa se hospedaron los emperadores Maximiliano y Carlota, la primera vez que vinieron a Cuernavaca en diciembre de 1865.

Después del Segundo Imperio la casa se convirtió en el “Hotel la Bella Vista”, propiedad de un extranjero llamado H.N. Birge. Al acercarse las fiestas del centenario en 1910, el gobernador del estado Pablo Escandón convenció a la inglesa Rosa King, de que comprara el hotel.

Ella tenía una casa de té en la calle de Arteaga (hoy Morrow) e invirtió todos sus ahorros en la adquisición y acondicionamiento del hotel, ahí llegó a hospedar a los generales Victoriano Huerta y Felipe Ángeles, y el 9 de febrero de 1913 alojó al presidente Francisco I. Madero. Durante el sitio que los zapatistas impusieron a la ciudad en 1914 el edificio fue destruido y Rosa King perdió toda su inversión. Después la señora King escribió sus memorias en un extraordinario libro llamado “Tempestad sobre México”.

Al terminar la Revolución, el edificio fue reconstruido y nuevamente operó como hotel pasando a manos del empresario Serafín Larrea. En 1922, desde uno de los balcones centrales el presidente, general Ávaro Obregón, acompañado del gobernador del Estado Dr. José G. Parres, daría un discurso a los campesinos de Morelos.

El 2 de octubre de 1927, el candidato a la presidencia de la República Francisco Serrano pernoctó en este hotel junto a su comitiva, pues se dirigían a su rancho “La Chicharra” para festejar su santo. Al enterarse que serían capturados por órdenes del presidente Plutarco Elías Calles quien quería sacarlo de la contienda electoral, Larrea les proporcionó otro inmueble en la calle de Morelos para que se ocultaran. Sin embargo, fueron descubiertos y capturados. Al ser trasladados a la Ciudad de México fueron asesinados en un paraje de Huitzilac.

Por esa época el hotel se anunciaba como “Un hotel colonial con todos los refinamientos modernos”. Otro anuncio señalaba que tenía “Servicio inmejorable de restaurante y cantina, salón de baile, habitaciones con baño privado” y se ostentaba como uno de “Los mejores hoteles de la ciudad”.

En 1935 Larrea le rentó el inmueble al expresidente Emilio Portes Gil y fue administrado por su yerno Jerry Welther, quien lo amplió y construyó una alberca en la parte posterior y se anunció como: “completamente reformado, magnífica alberca, exclusivo para gente decente”.

Fue entre 1940 y 1941 cuando el artista tamaulipeco Alfonso Xavier Peña, “Peñita” (1903-1964), pintó en los portales del hotel el magnífico mural “Danzas Mexicanas”, el cual se encuentra en el espacio que ocupa actualmente un conocido café. Creo que dicho mural debería ser un importante atractivo turístico para nuestra ciudad.

En 1951 este hotel era considerado como un lugar “foco de comunistas”, debido a que cuando la gente acudía al “pomposo y fastuoso” hotel, los extranjeros que asistían cometían “…un gran número de actos inmorales, no obstante que algunas veces concurren algunas familias honorables que poco a poco se han ido alejando de tan desprestigiado centro de vicio”. Decían que esos extranjeros denigraban a algunos mexicanos que asistían a los bailes que se organizaban domingo a domingo en el salón principal. Otro periódico, “El Informador“del 9 de diciembre de 1951, le pide a la Secretaría de Gobernación “… poner en el lugar que les corresponde puesto que se ha convertido en un foco de comunistas, que según sabemos se encuentran en el país ilegalmente violando con ello la soberanía de nuestra Carta Magna…”. Tenemos que considerar que era la época de la posguerra y que seguramente fueron simplemente momentos de exceso en el consumo de alcohol por parte de esos visitantes extranjeros.

En 1962, el hotel fue vendido a un consorcio de empresarios morelenses representado por el señor José Luis Carvajal, quien agregó un piso. Posteriormente adquirieron el inmueble del lado oriente y lo anexaron al conjunto, convirtiéndolo con el tiempo en una plaza comercial, misma que ha sufrido diversas remodelaciones.

Cumple los criterios de The Trust Project

Saber más

Síguenos en Google Noticias para mantenerte siempre informado

Sigue el canal de Diario De Morelos en WhatsApp