Imagina un paraíso sin hambre, sin amenazas, donde cada necesidad está cubierta y no hay preocupaciones más allá de la propia existencia. Ahora, imagina que este paraíso se convierte en un infierno de caos, apatía y muerte. Esto no es una historia de ciencia ficción ni un relato distópico, sino un experimento real llevado a cabo en la década de 1960 por el etólogo John B. Calhoun: Universo 25.
Lo que comenzó como una utopía para ratones terminó en un escenario aterrador.
La utopía que se convirtió en pesadilla
En un laboratorio controlado, Calhoun construyó un mundo ideal para los ratones: un enorme recinto cerrado, con comida y agua en abundancia, temperatura perfecta, ausencia de depredadores y espacio suficiente para miles de individuos. Nada faltaba. Era, en teoría, el paraíso roedor.
Al principio, los ratones hicieron lo que se esperaba: se reprodujeron rápidamente. La población creció de manera exponencial, duplicándose cada 55 días. Durante esta primera etapa, la colonia parecía florecer. No había hambre, no había guerra.
Cuando la población alcanzó los 600 individuos, algo cambió. La sociedad ideal empezó a resquebrajarse. Lo que vino después es lo que convirtió a Universo 25 en una de las investigaciones más inquietantes sobre el comportamiento social.
El colapso de la sociedad perfecta
A pesar de los recursos ilimitados, la sobrepoblación hizo que el espacio social disponible se redujera. Ya no era fácil encontrar un territorio propio ni establecer jerarquías. La estructura social se desmoronó y los comportamientos extraños aparecieron.
-Los dominantes y los agresivos: Algunos machos comenzaron a volverse violentos sin razón aparente. Atacaban a otros ratones, mordían sin provocación y se adueñaban de espacios sin permitir el acceso a otros.
-Las madres asesinas: Las hembras, abrumadas por la falta de un territorio seguro, comenzaron a abandonar a sus crías o incluso a matarlas. La crianza dejó de ser una prioridad.
-Los “bellos”: Un grupo de ratones simplemente decidió aislarse del resto. Dejaron de pelear, dejaron de reproducirse. Solo comían, dormían y se acicalaban obsesivamente. No mostraban ningún interés en la vida más allá de su propia existencia.
-El fin de la natalidad: La tasa de reproducción cayó en picada. Nadie quería aparearse. La sociedad se estancó, y poco a poco, la colonia se dirigió a su extinción inevitable.
Cuando el último ratón murió, el recinto seguía teniendo comida, agua y todas las condiciones perfectas para la vida. Sin embargo, Universo 25 estaba vacío.
Una advertencia para la humanidad
Calhoun no tardó en ver en su experimento un reflejo de nuestra propia sociedad. ¿Qué ocurre cuando el espacio social se reduce? El Universo 25 no se extinguió por falta de recursos, sino por la desesperanza, la violencia sin sentido, la apatía, todo parece demasiado familiar. En un mundo donde las ciudades crecen y la vida moderna nos aísla cada vez más.