El tránsito por la autopista México-Cuernavaca, una de las principales vías de comunicación del país, se ha convertido en un desafío para los miles de usuarios que la recorren diariamente, especialmente para las mujeres. La falta de instalaciones sanitarias adecuadas a lo largo de esta vía de cuota no sólo representa una incomodidad, sino un problema de seguridad y salud pública que exige atención inmediata.
El diputado federal por Morelos Juan Ángel Flores Bustamante ha elevado esta demanda al titular de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes, Jesús Antonio Esteva Medina, mediante un oficio en el que detalla la preocupación de cientos de personas. Según el documento, el último baño disponible en dirección hacia la Ciudad de México se encuentra en Tres Marías, mientras que el siguiente punto con servicios sanitarios está hasta una gasolinera ubicada en Tlalpan, después de la caseta de cobro.
Es decir, un tramo de casi 40 kilómetros entre un baño y el siguiente, lo cual resulta insuficiente para la afluencia que tiene esta vía de cuota todos los días y fines de semana.
Este vacío en infraestructura obliga a muchos automovilistas a detenerse en los acotamientos de la carretera para atender sus necesidades fisiológicas, exponiéndose a riesgos innecesarios, como accidentes vehiculares o saltos, y generando impactos negativos en el medio ambiente. En estas paradas improvisadas, los conductores no sólo se enfrentan a peligros inherentes a la carretera, sino que también dejan basura, afectando los bosques circundantes, un patrimonio natural invaluable que requiere protección.
La problemática se agrava durante los fines de semana largos y los periodos vacacionales, cuando el flujo vehicular aumenta considerablemente. Familias, mujeres embarazadas y personas con necesidades específicas sufren las consecuencias de esta falta de servicios básicos, lo que convierte cada viaje en un recorrido incómodo y, en algunos casos, peligroso.
El diputado Flores Bustamante subraya la urgencia de atender esta situación con la instalación de sanitarios públicos en las inmediaciones de la caseta de Tlalpan. Esta medida no solo mejoraría la calidad del servicio para los usuarios, sino que también contribuiría a reducir los riesgos asociados con el uso de los acotamientos como solución improvisada.
La responsabilidad recae ahora en las autoridades correspondientes, quienes deberán responder a esta solicitud que combina derechos básicos de comodidad y seguridad con la preservación del medio ambiente. El clamor de los automovilistas no puede ni debe ser ignorado, pues lo que está en juego es mucho más que un servicio sanitario: es la seguridad y dignidad de quienes transitan por esta emblemática autopista.