En el universo de las enfermedades crónicas, hay algunas que avanzan sigilosas, disfrazadas de fatiga, apatía o cambios de humor, hasta que logran alterar la vida cotidiana de quienes las padecen. Una de ellas es el hipotiroidismo, un padecimiento cada vez más frecuente, sobre todo en mujeres mayores de 60 años, aunque no exclusivo de ellas. Se estima que muchas personas conviven con esta condición sin saberlo, ignorando que esos pequeños cambios que han ido aceptando como “normales” son, en realidad, señales de alarma de su organismo.

El hipotiroidismo es una condición en la que no se está produciendo suficiente cantidad de hormonas tiroideas. Y esas hormonas son mucho más importantes de lo que solemos pensar. La tiroides, esa glándula pequeña con forma de mariposa ubicada en el cuello, es la encargada de producir las hormonas que regulan el metabolismo en casi todos los sistemas del cuerpo humano. Cuando falla, el equilibrio general se rompe.

El metabolismo es, a grandes rasgos, el motor que mantiene en funcionamiento todos los procesos fisiológicos esenciales: la digestión, la temperatura corporal, el estado de la piel y el cabello, la frecuencia cardiaca, la capacidad para pensar con claridad, entre muchos otros. Por ello, cuando hay un déficit en la producción de hormonas tiroideas, el cuerpo entero lo resiente.

UNA ENFERMEDAD DE ORIGEN AUTOINMUNE

Aunque existen diferentes causas para el hipotiroidismo, la más común es de tipo autoinmune. Esto quiere decir que es el propio sistema inmunológico del paciente el que ataca por error a la glándula tiroides, destruyendo progresivamente su capacidad de funcionar. Esta respuesta autoinmune no ocurre por casualidad. Hay factores genéticos, hereditarios y ambientales que predisponen a ciertas personas a desarrollar la enfermedad.

No es raro escuchar que en una misma familia varias personas han sido diagnosticadas con hipotiroidismo, lo que confirma la importancia del componente genético. Sin embargo, el entorno en el que vivimos, los hábitos y, en algunos casos, el estrés prolongado también pueden contribuir a detonar el proceso.

SÍNTOMAS QUE PUEDEN PASAR DESAPERCIBIDOS

El hipotiroidismo tiene la particularidad de manifestarse de manera sutil, especialmente en sus etapas iniciales. Hay personas que pueden pasar años sin ser diagnosticadas porque los síntomas son inespecíficos o porque se atribuyen al estilo de vida, al envejecimiento o incluso a problemas emocionales, algunos pacientes son completamente asintomáticos, pero en otros los signos pueden ser evidentes: aumento de peso inexplicable, letargia, lentitud para pensar, estreñimiento persistente, piel seca y caída de cabello, entre otros.

En ocasiones, los cambios son tan notorios que incluso la voz se ve afectada, volviéndose más ronca o apagada. Algunas personas experimentan edemas (hinchazón), alteraciones en el ciclo menstrual y una notable intolerancia al frío. Pero, al ser síntomas que también pueden encontrarse en otras enfermedades como la diabetes o la insuficiencia renal crónica, es común que el diagnóstico se retrase.

Además, es crucial considerar que el hipotiroidismo puede estar detrás de ciertos cuadros depresivos, en los pacientes que abordamos con enfermedades mentales, como el trastorno depresivo, siempre debemos descartar primero alguna alteración en la tiroides, esto se debe a que el desequilibrio hormonal tiene un impacto directo en el estado de ánimo y en el funcionamiento cerebral.

DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO: LA CLAVE ESTÁ EN EL CONTROL

El diagnóstico del hipotiroidismo se realiza principalmente a través de estudios de laboratorio. Se mide la hormona estimulante de la tiroides (TSH), que se produce en la hipófisis, así como los niveles de T4 libre, una de las hormonas principales producidas por la tiroides. Cuando la TSH está elevada y la T4 disminuida, se confirma la sospecha de hipotiroidismo primario, que es la forma más común de la enfermedad.

El tratamiento es sencillo, pero requiere compromiso. Consiste en la suplementación con hormona tiroidea sintética, la cual se fabrica en laboratorio y se administra en forma de pastilla. El objetivo es que el paciente recupere los niveles normales de hormonas en sangre y que los síntomas remitan. Sin embargo, no se trata solo de tomar una pastilla: es fundamental realizar un seguimiento médico regular para ajustar las dosis y asegurar el equilibrio hormonal.

Más común de lo que pensamos… y más controlable de lo que creemos. Aunque es más frecuente en mujeres, sobre todo a partir de los 60 años, el hipotiroidismo puede presentarse a cualquier edad. Hay casos registrados incluso desde los 30 años, especialmente en personas con enfermedades autoinmunes preexistentes.

Lo importante es entender que se trata de una condición controlable. Con diagnóstico oportuno, tratamiento adecuado y un seguimiento constante, los pacientes pueden llevar una vida plena, sin mayores limitaciones.

En un mundo en el que estamos acostumbrados a ir deprisa, es fácil pasar por alto las señales de un metabolismo que ha bajado la marcha. Escuchar al cuerpo, prestar atención a los cambios, y consultar al médico ante cualquier sospecha puede hacer la diferencia. Y recordar que una simple prueba de sangre puede ser el inicio de un cambio profundo en la calidad de vida.

Nos leemos en la próxima columna.

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