Autlán de Navarro, Jalisco. — El Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) ha extendido su dominio más allá de la violencia: ahora controla las fiestas patronales, jaripeos y hasta la venta de cerveza en municipios de Jalisco, imponiendo un régimen de terror económico y simbólico, el grupo criminal no solo decide quiénes obtienen concesiones para vender alcohol en estos eventos, sino que obliga a los trabajadores a portar mandiles con el rostro de Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho, líder del cártel.
La imposición de símbolos y el control económico
Durante el cierre del Carnaval de Autlán, el pasado 28 de febrero, el CJNG dejó clara su presencia. En la plaza de toros Alberto Balderas, los vendedores de cerveza fueron forzados a usar delantales estampados con la imagen de El Mencho y a pintarse en el cabello las siglas "CJNG". Además, en un video difundido en redes sociales, se observó cómo un jinete recibió 50 mil pesos en efectivo como "reconocimiento" del líder criminal, anunciado por un animador como "un regalo de corazón del Señor de Los Gallos".
Este episodio no es aislado. De acuerdo con la fuente, el CJNG se ha apoderado de las ganancias de taquillas de jaripeos, corridas de toros y hasta de la contratación de artistas para estos eventos mediante testaferros. "Es el cártel quien decide quién vende cerveza, quién organiza y cuánto se paga. Los ayuntamientos no tienen margen de acción", explicó el informante.
Infiltración en gobiernos locales
La estrategia del CJNG va más allá del control de fiestas. El grupo criminal exige a alcaldes la designación de personas afines en puestos clave de los municipios, como las áreas de seguridad pública y obras. "Es una forma de garantizar impunidad y acceso a información sensible", detalló la fuente. Los municipios más afectados se ubican en la costa sur de Jalisco, zona donde, tan solo la semana pasada, fuerzas federales realizaron un operativo con tres helicópteros contra blancos prioritarios del cártel.
Sin embargo, la influencia del CJNG también se extiende a regiones colindantes con Zacatecas y Aguascalientes, donde libra una guerra territorial contra el Cártel de Sinaloa. "Allí, el control de fiestas y puestos municipales es parte de su estrategia para consolidar presencia", agregó el informante.
Operativos y la sombra de la impunidad
Pese a que la Fiscalía General del Estado (FGE) conocía estos hechos, fue hasta el incidente en Autlán —donde la simbología del CJNG se exhibió sin filtros— que las autoridades confirmaron la magnitud del problema. El operativo federal reciente en la zona sugiere una respuesta tardía a un fenómeno que, según analistas, refleja la capacidad del CJNG para diversificar sus ingresos y cooptar instituciones.
Mientras tanto, en pueblos y ciudades de Jalisco, la población vive entre la fiesta y el miedo. Los eventos que antes eran sinónimo de tradición ahora son escenarios donde el cártel impone sus reglas, recordando que, en su territorio, hasta la celebración tiene dueño.