El próximo martes 13 de abril, se conmemora el Quinto Centenario de la conquista de Cuauhnahuac por Hernán Cortés y en consecuencia el nacimiento de la actual Cuernavaca. Sin embargo, la historia de Cuauhnáhuac es mucho más antigua si tomamos en consideración que los Tlahuicas, fundadores de la ciudad fueron junto con los Xochimilcas, Chalcas, Tepanecas, Colhuas, Tlaxcaltecas y por supuesto los Mexicas, una de las llamadas tribus cultas o nahuatlacas que partieron del mítico Aztlan hacia el centro de México. Las tribus llegaron al valle de México entre los años 1150 y 1300 de nuestra era y de ahí los Tlahuicas, cruzaron el Ajusco para establecerse en un hermoso y fértil valle donde fundaron Cuauhnahuac. No obstante, los Tlahuicas no llegaron a tierra virgen, pues la región que hoy conforma Cuernavaca y el Estado de Morelos fue considerada en la mitología precortesiana como “Tamoanchan” el paraíso terrenal, aunado a que en el territorio morelense florecieron destacados asentamientos como Chalcatzingo (siglos VII a V a.c.) de influencia olmeca e imponentes petrograbados, así como Xochicalco (650 a 900 d.c.) importante centro político, religioso y comercial que surgió a la caída de Teotihuacán. Incluso en la zona de los ojos de agua de Gualupita, lo que hoy es el Parque Melchor Ocampo y en los terrenos aledaños como el antiguo Casino de la Selva, se encontraron relevantes vestigios olmecas, lo cual da cuenta que Cuernavaca ha estado habitada de manera continua desde entonces, convirtiendo a nuestra entrañable eterna primavera en una de las ciudades vivas más antiguas del Hemisferio.
Los Tlahuicas pronto convirtieron su Señorío en un próspero y orgulloso Altepetl, gracias en gran medida a la cosecha y producción de algodón, materia prima muy valorada en el México antiguo, así como también a los inagotables recursos naturales del lugar. La rivalidad con los Mexicas no tardó en surgir y los guerreros de Tenochtitlan bajo el mando de Acamapichtli primer Huey Tlatoani conquistaron en 1379 Cuauhnahuac, a pesar del dominio mexica, la tensión entre Cuauhnahuac y la gran Tenochtitlan se acentuó cuando Huitzilihuitl hijo y sucesor de Acamapichtli pidió la mano de Miyahuaihuitl hija del señor de Cuauhnahuac, al principio este se negó pero termino cediendo y del enlace entre el mexica y la tlahuica nació Moctezuma Ilhuicamina futuro Huey Tlatoani de Tenochtitlan.
A Huitzilihuitl lo sucedió como Huey Tlatoani su hijo Chimalpopoca, y a este, su Tío Itzcoatl, uno de los Tlatoanis más afamados y poderosos y quien vuelve a someter por las armas a los Tlahuicas de Cuauhnahuac en 1439, a partir de entonces Cuauhnahuac vivió en armonía con Tenochtitlan, como un importante proveedor de algodón, siendo los Tlahuicas convocados a actos relevantes como las entronizaciones de Tizoc en 1481 y de su sucesor Ahuizotl en 1486 como Huey Tlatoanis de Tenochtitlan.
Después de la derrota de los españoles en la Noche Triste el 30 de junio de 1520, Hernán Cortés se recuperó del revés y sanó sus heridas en Tlaxcala, partiendo de ahí por la revancha y la conquista de Tenochtitlan que se consumó el 13 de agosto de 1521, poco antes en la primavera de ese año marchó desde Texcoco y conquistó los territorios que rodeaban a la capital del imperio mexica y es así como en abril del mismo año llegó a la apacible y prospera Cuauhnahuac. Los Habitantes del lugar se confiaron en la guarnición enviada por Cuauhtémoc y en la fortaleza natural que representaban las profundas barrancas que rodean Cuernavaca sin embargo no contaron con la tenacidad del Conquistador que encontró un sitio estrecho entre las orillas de la barranca de Amanalco y ahí salto con su caballo entrando a Cuauhnáhuac, seguido por los de Caballería, ese sitio es el actual “puente del diablo” o “Tepolchuehueco” en la céntrica zona de Miraval. Los diestros guerreros tlaxcaltecas a su vez talaron un enorme amate amarillo y lo usaron como puente para la infantería, esta acción quedó inmortalizada en el soberbio mural de Diego Rivera en Palacio de Cortés. Los Tlahuicas quedaron absortos con la destrucción de la ciudad y temerosos de ser aniquilados fueron a rendirse a Cortés quien estableció su campamento en una huerta en Acapantzingo justo donde ahora se yergue la iglesia de San Miguel. Tanto el propio Cortés en su Tercera Carta de Relación como Bernal Díaz del Castillo en su monumental Historia Verdadera de la Nueva España describieron a detalle la caída de Cuauhnahuac, el primero la llamó “Coadnabaced” y el segundo “Coadlavaca”
Las crónicas discrepan sobre quién era el Tlatoani Tlahuaica al Momento de la caída de Cuauhnahuac, unas señalan a Yoatzin y otras a Itcoatzin.
Cortés mutó a Cuauhnahuac por Cuernavaca, estableció aquí la cabecera del poderoso Marquesado del Valle de Oaxaca, introdujo el primer Ingenio Azucarero de América continental, erigió su palacio sobre las ruinas del Tecpan del Señor de Cuauhnahuac, trajo a vivir aquí a su esposa Doña Juana de Zúñiga quien se convirtió en la mecenas de la Iglesia de la Asunción de María, nacieron en Cuernavaca sus hijos, construyó el Chapitel o Humilladero del Calvario y a partir de entonces Cuernavaca a pesar de ser una modesta población en comparación con las grandes ciudades del virreinato, tomó su sitió como un referente histórico y cultural preponderante en el México que nació hace cinco siglos, hoy desafortunadamente la ciudad luce sucia , abandonada y carente de identidad, un buen y justo homenaje a nuestra ciudad en su quinto centenario sería liberar de ambulantes la plaza del Morelotes, aledaña al Palacio de Cortés, una de las más antiguas de México y por supuesto, dejando a un lado la polémica y ponderando los hechos históricos sobre la demagogia, reubicar la estatua ecuestre de Cortés del rastro municipal donde se encuentra arrumbada dentro de una jaula a un lugar digno de nuestro pasado y memoria histórica.
Felicidades Cuernavaca!
Por: Roberto Abe Camil / opinion@diariodemorelos.com