Cada vez más niños y niñas tienen acceso a un teléfono inteligente desde edades tempranas. De acuerdo con un estudio de Influence Central, la edad promedio en la que un menor adquiere su primer smartphone es 10.3 años. Para entonces, muchos ya han creado cuentas en varias redes sociales y, a los 12 años, se estima que el 90% ya está activo en al menos una plataforma como TikTok, Instagram o Snapchat.
Frente a esta realidad, madres, padres y cuidadores enfrentan una decisión difícil: ¿cuándo y cómo permitirles el acceso a las redes sociales? La preocupación es válida, especialmente tras advertencias como la del Cirujano General de EE. UU., Vivek Murthy, quien señaló que el uso excesivo de redes sociales puede estar contribuyendo a una crisis de salud mental juvenil.
Linda Charmaraman, investigadora del Laboratorio de Medios y Bienestar Juvenil del Wellesley College, explica que las redes sociales no son inherentemente buenas ni malas. Todo depende de cómo se usen, qué contenido se consuma y qué herramientas tengan los jóvenes para navegar estos espacios digitales de forma segura.
A pesar de los riesgos, las redes también pueden ofrecer beneficios, como el fortalecimiento de amistades, espacios de expresión y apoyo emocional entre pares.
Si tus hijos ya te han preguntado por redes sociales —o sospechas que ya tienen cuentas—, es momento de abrir un diálogo honesto y respetuoso. Aquí algunos consejos clave:
- Infórmate primero: Comprende las plataformas que usan, sus riesgos y sus beneficios.
- Haz preguntas, no suposiciones: Escucha lo que tus hijos piensan sobre las redes, sin juzgar.
- Habla de salud mental: Explica cómo el contenido, los filtros y los “likes” pueden afectar la autoestima o el estado de ánimo.
- Establezcan reglas juntos: Fijen horarios de uso, condiciones para el acceso y revisen juntos las configuraciones de privacidad.
- Sé un ejemplo: Los adultos también deben reflexionar sobre cómo usan sus redes sociales.
El objetivo no es aislar a los jóvenes del mundo digital, sino enseñarles a habitarlo con conciencia y equilibrio. Abrir espacios de confianza para hablar sobre lo que ven, lo que sienten y cómo interactúan en línea puede marcar la diferencia.
Al final, una buena guía digital comienza con una buena conversación en casa.