Otrora promovida a gran escala, ¿en la actualidad funciona la Ruta de los Conventos de Morelos? La integran edificios fundados por dominicos, agustinos y franciscanos en los poblados de Atlatlahucan, Cuernavaca, Hueyapan, Oaxtepec, Ocuituco, Tepoztlán, Tetela del Volcán, Tlayacapan, Totolapan, Yecapixtla y Zacualpan de Amilpas. Funcione o no, el caso es que este atractivo –turístico, histórico– carece de difusión por parte del gobierno. No es el caso, por ejemplo, del recorrido por casas antiguas de la ciudad de Zacatecas. Lo disfrutan miles de turistas desplazados en tranvías panorámicos a los que un guía vestido a la usanza del México colonial va narrando historias de casas, personas y costumbres. Una dice que el Cerro de la Bufa resguarda en sus entrañas un tesoro inigualable: paredes de oro, pisos de plata, todo iluminado por el resplandor de piedras preciosas que encandilan como ver al sol. Por las noches, durante las festividades del pueblo, una despampanante mujer se posa en lo más alto del Cerro de la Bufa, como un ángel celestial, armoniosa y proporcional en todos sus rasgos. Serena, espera pacientemente que un hombre se pasee por la vereda.

Aparentando ser una princesa encantada, magnética e hipnótica por su belleza, pide a cualquier curioso infortunado que la lleve en sus brazos hacia el altar mayor de la Basílica de Zacatecas. Ese es el precio que hay que pagar para hacerse con la propiedad de todos los tesoros que esconde el cerro... En Morelos también hay leyendas. Una cuenta que en el Cañón de Lobos se aparece el diablo. Pasada la medianoche, los faros de los coches que circulan por ahí de pronto alumbran al maligno. Está apoyado en un señalamiento de la carretera, sonríe burlón, fuma displicente un cigarrillo, y la visión se repetirá en el siguiente señalamiento una y otra vez, haciendo que el automovilista se desbarranque y caiga al fondo del cañón, cumpliéndose fatalmente la intención del demonio… Otra leyenda cuenta que por allá de los años cincuenta, durante la construcción de la carretera en el Cañón de Lobos unos trabajadores encontraron varios barriles repletos de monedas de oro. Honestos, le contaron del hallazgo a su patrón, quien, en lugar de agradecerles, se apropió de los barriles y en un arranque de ambición mató a los trabajadores, para luego enterrar los barriles en la obra en construcción. Desde entonces, el diablo se aparece y no se irá hasta recuperar el tesoro… Otras pláticas de los viejos de la zona aseguran que en las cuevas del Cañón de Lobos se hacen ritos satánicos y de brujería que invocan al Príncipe del Mal.

Gobernador de Morelos en 1982-88, don Lauro Ortega Martínez amplió a cuatro carriles la carretera Cuernavaca-Yautepec que incluyó el tramo del Cañón de Lobos. En los últimos años el mantenimiento ha sido pésimo. Los “arriates” se caen a pedazos, a ratos el piso hace que patinen los vehículos, menudean las volcaduras y son comunes los vehículos descompuestos a media carretera. Pero el paisaje es bellísimo, verde, denso, apretadas las cúpulas de los árboles y en las colinas todo verde y nada café. El lecho del cañón parece que ni mandado a hacer para un gran zoológico, con ejemplares de la fauna de África y de América –leones, tigres, elefantes, jirafas, jaguar, lobo, puma, etc., etc.– que es posible conseguir donados y otros comprados, de modo que la inversión no parece imposible. El tramo es federal, pero una concesión municipal que consiguiesen los Agustines Alonso Mendoza y Alonso Gutiérrez –padre e hijo, uno tres veces alcalde de Yautepec y otro dos–, cuyas gestiones ante el Gobierno Federal podrían materializar esto que a bote pronto parece una locura, un sueño inalcanzable… (Me leen el lunes).

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